Proveniente de toda una familia de músicos, sin embargo, sus padres no querían que fuera músico ya que se dice que es muy difícil vivir del arte. Así que comenzó estudiando contaduría privada, carrera la cual la pagó trabajando como músico. Debido a su verdadera pasión: la música, nunca ejerció la contaduría, pues no le apasionaba.
“Desde que tenía seis años, escuché el sonido de la guitarra y sentí esa magia que sólo un músico encuentra en la identificación de un instrumento, lo mismo sucedió con la flauta dulce.”
En esos dos instrumentos encontró su vocación, aprendiendo guitarra, primero con ayuda de su padre, que era ejecutante de nueve instrumentos distintos y también por su cuenta. Aprendió a tocar la flauta dulce en la secundaria, sin embargo, su interés por este instrumento lo llevó a experimentar más, percatándose que aunque a primera vista no parece, era un instrumento que requería complejidad y disciplina.
Sin percatarse en qué momento, comenzó a formalizar profesionalmente su formación musical, en escuelas de la Ciudad de México, y poco a poco, fue impartiendo clases, dándose cuenta que enseñar, se convertía el momento en el que él más aprendía.